Atrás quedan las iglesias de la Santísima Trinidad y San Lorenzo que, según la leyenda, fueron levantadas por dos hermanas, ricas herederas, que no se soportaban hasta el extremo de hacerse cada una una iglesia para ni en misa tener que coincidir.
Las viejas piedras de su iglesia cantan su amor incomprendido.
Petrus, el dominico cuyas cartas a su amada Christina de Stommeln se consideran los primeros textos líricos de la literatura sueca.
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